El azúcar es el tabaco de hoy, más adictivo que la cocaína

El diario El Mundo lo dice con claridad: “Los expertos cada vez lo tienen más claro, aunque haya voces disonantes. Son los azúcares añadidos, y no la grasa, como desde hace tiempo se ha creído, los verdaderos causantes de que engordemos y de que lo hagamos en épocas de excesos, como la campaña que acabamos de cerrar, un auténtico frenesí azucarero”.
Por eso, el azúcar empieza a ser “el tabaco de nuestro tiempo”, es decir, “oro blanco que endulza nuestra vida, pero también una sustancia incluso más adictiva que la cocaína y la morfina, como demostró el año pasado un experimento con ratas en el laboratorio del Connecticut College”.
En ese experimento, los roedores podían elegir entre cocaína y azúcar, y la mayoría eligió lo segundo.
El azúcar, pues, es “un alimento que debe tomarse con moderación, y mucha, si quiere evitar que los kilos de más que se han instalado en su cuerpo le acompañen durante una larga temporada”.
El Mundo habla de “caramelos envenenados”. El azúcar, tan agradable, “se mete en nuestro cuerpo, causando una inmediata sensación de bienestar, desatando la serotonina, la conocida como la hormona de la felicidad, y activando las partes del cerebro asociadas con el bienestar”.
Y sí, “el azúcar proporciona felicidad, pero puede que a la larga contribuya a menguar la salud de nuestro cuerpo. Un caramelo envenenado. Un alimento natural, básico, que proporciona energía de forma inmediata, pero con la producción en masa de los últimos tiempos ha pasado de ser un capricho ocasional a invadir nuestras cocinas, hasta el punto de que lo encontramos en los alimentos más insospechados”.
Para perder peso, entonces, hay que eliminar el azúcar de la dieta. Pero es más fácil decirlo que hacerlo, “porque en el mundo desarrollado se da la siguiente (extraña) circunstancia: el consumo de azúcar de mesa ha caído en picado, mientras que se ha disparado el uso de azúcares en productos elaborados e industriales”.
Es decir, consumimos azúcar sin estar realmente conscientes de ello, y “ahí está el gran problema, según acaba de denunciar la campaña global Action on Sugar, que el azúcar se ha metido en nuestro metabolismo hasta hacernos depender de él sin nosotros siquiera saberlo”.
Para combatir eficazmente la obesidad, la industria alimentaria debe reducir “en un 30% el azúcar añadido en los alimentos. Están convencidos de que es la manera más efectiva y barata de poner freno a la diabetes y la obesidad, dos de las plagas de nuestro mundo que a diferencia de otras pandemias no tienen un plan de actuación para su freno”.
Para la ONU, hay “pruebas evidentes que demuestran el vínculo que existe entre refrescos y comida con azúcares añadidos y la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares”.
Pero hay que tener cuidado de los productos que inundan los estantes en los supermercados, los “sin azúcar”, ya que estos no tienen por qué tener menos calorías que un producto azucarado: “De hecho, se da la paradoja de que algunos productos de estas categorías sin que encontramos en el supermercado llegan a poseer más calorías que el azúcar, al tener que sustituir la función de «dotación de volumen» a partir de la adición de grasas”.
El azúcar está en todo: una lata de Coca Cola contiene nueve cucharadas de azúcar, hasta el yogur puede tener cinco cucharadas, y el pan, los refrescos, las verduras congeladas, la comida enlatada, la pasta, la leche, la salsa de tomate y todo tipo de comida que sufra un proceso de elaboración, incluso la comida light o zero y en la comida salada, la menos sospechosa de contener azúcar añadido.
El Mundo recuerda que “ningún otro mamífero come azúcar añadido y que además es totalmente innecesario tomar azúcar añadido para nuestra dieta, un sistema totalmente inventado por el ser humano”.
Lo peor es que “el azúcar tiene cero valor nutricional y no tiene ningún efecto saciante”.
Los niños. El azúcar debe ser menos del 10% de su dieta diaria, es decir, 10 gramos de azúcar por cada 100 gramos de comida.
Lo grave es que “los expertos han hecho sonar las alarmas tras haber constatado que la gran mayoría de alimentos dirigidos a los pequeños supera la cifra con creces. Cereales, galletas, zumos, yogures,... Nuestros niños crecen con la adicción al azúcar en su cuerpo, un comportamiento que sin duda les hará ser adultos menos saludables y totalmente adictivos a un ingrediente superficial con nulo valor nutricional”.
El problema no es solo la obesidad infantil: “Los expertos avisan: si su hijo va mal en el colegio lo primero que debe hacer es eliminar el azúcar de su dieta. Y es que el azúcar disminuye considerablemente la concentración del menor, eleva el riesgo de ira y hace que sus cambios de humor sean más inestables y variables, aseguran expertos en nutrición del Reino Unido”.
O sea, lo peor que se puede hacer es recompensar a los niños con dulces.